Tradición escolar
Las ampliaciones que fue recibiendo la gramática latina de Nebrija, pensadas como guía del profesorado antes que para aprendizaje de los alumnos, produjo la excesiva proliferación de obras didácticas basadas en el ya voluminoso Ars litteraria cum commento nebrisense. En medios académicos se planteaba cada vez más la necesidad de reforma del libro de texto de la lengua vehicular del conocimiento, de los estudios superiores y de la cultura. Una Real Cédula de Felipe III (8-X-1598) ordenó la refundición del «Arte de Antonio de Lebrija» y demás gramáticas en un solo texto que se impondría en todas las Universidades y Estudios en la docencia de gramática y lengua latinas. Ese mismo año se publicó en Madrid, la primera vez que se hacía de una obra nebrisense, «Los cinco libros de enseñanza de la gramática, por mandato de Felipe III ahora de nuevo revisados» (De institutione grammaticae libri quinque iussu Philippi III. nunc denuo recogniti), por obra de Juan Luis de la Cerda (1558-1643), de la Compañía de Jesús, la orden religiosa que elaboró un innovador y coherente plan de estudios (Ratio studiorum) acorde con los principios del movimiento humanista. Cambió el texto pero no el método, que consagró la ‘marca Nebrija’ para todo este tipo de publicaciones didácticas, que se centraron principalmente en la explicación y traducción del libro cuarto de la sintaxis y del quinto de la prosodia y métrica, ya dedicados a dichas materias en la última revisión complutense por el Maestro de sus Introductiones Latinae. A esta tradición escolar de los siglos XVII y XVIII pertenecen los ejemplares expuestos a los que cierra un manuscrito de esa época con un vejamen que utiliza como motivo burlesco el popularísimo «Arte de Antonio».