Arqueología
La Arqueología como disciplina científica se desarrolla sólo en el siglo XIX en el marco de las universidades y de instituciones específicas en las principales naciones europeas. Se enseñaba el estudio de las culturas materiales de los pueblos del pasado en las universidades europeas, mientras se intentaba tutelar el patrimonio arqueológico propio y se expoliaba el ajeno, sobre todo, en los territorios colonizados o en países menos desarrollados del Mediterráneo y el Próximo Oriente. Es lo que Bruce G. Trigger denominó como “Arqueología colonialista” o “imperialista” cuyos objetivos eran tanto de investigación, como ideológicos – la demostración de la superioridad cultural de Europa a través de la Historia -, a la vez que enriquecían los grandes museos nacionales, como el Museo Británico en Londres, El Louvre en París o el Museo de Pérgamo en Berlín. La Arqueología se convierte entonces no sólo en una ciencia universitaria, sino en una actividad apropiada para las elites culturales de los países desarrollados, bien particulares, bien instituciones, que adquieren un papel social relevante. Los restos materiales del pasado eran un claro instrumento de prestigio, político, social, académico o económico, desarrollándose asimismo el mercado de antigüedades de piezas de la antigüedad, con colecciones enteras que eran vendidas y adquiridas según los intereses y posibilidades, siendo los actuales territorios italianos los que proporcionaban mejores perspectivas, a pesar de los intentos de impedirlo por parte de los dirigentes.