Como tercianas y cuartanas se ha denominado tradicionalmente a la malaria o paludismo, una enfermedad en cierta manera endémica en la cuenca mediterránea. Las noticias sobre dicha dolencia van a hacerse presentes especialmente en las fuentes desde el siglo XVI, aunque va a ser en los siglos siguientes cuando va a ir adquiriendo un mayor protagonismo. La atención a dicha enfermedad va a ir incrementándose a lo largo de las centurias modernas, en una línea ascendente y directamente proporcional a la gravedad de los episodios de malaria y su manifestación de manera epidémica. Según se avanzaba en el tiempo, cada vez eran más los tratados médicos que se publicaban en torno a esta dolencia. La mayoría de ellos vieron la luz en torno a las oleadas epidémicas de paludismo del siglo XVIII, como las que afectaron a Sevilla en 1706, 1734, 1736 y 1758, donde los barrios más humildes fueron los que sufrieron los mayores estragos (caso de San Roque, La Calzada y San Fernando). Las epidemias desatadas en Cádiz y Sevilla desde 1784 hasta 1788 podrían haber sido igualmente de dengue.