Aunque el interés por la jardinería se remonta a los comienzos mismos de la civilización urbana, en Europa es a partir del Renacimiento, y sobre todo en los siglos XVIII y XIX, cuando ese interés se expresa formalmente en manuales y tratados, muchos profusamente ilustrados. Se trata en la mayoría de los casos de tratados que abordan aspectos técnicos y científicos, que vinculan la jardinería con la horticultura y la botánica, pero también aspectos relacionados con el arte y el paisajismo, e incluso con la utilidad de los jardines como espacios públicos de esparcimiento y mejora de la moral del pueblo.