Un caballo blanco en el centro del dibujo se defiende de otros animales, levantando sus patas traseras lanza una coz mientras muerde la cola de un zorro que lo amenaza. A su lado derecho una jauría de lobos y zorros en movimiento lo atacan, y al otro lado un grupo de perros, tranquilos e impávidos, presencian la escena.

Las numerosas interpretaciones de este grabado en su mayoría se refieren a España, representada por el caballo,  defendiéndose de sus enemigos.

En esta última parte de los desastres, la que se ha llamado "Los caprichos enfáticos" Goya introduce animales en casi todas las escenas pero están mezclados con otras figuras humanas y la mayoría de las veces aparecen de un modo simbólico con rasgos y gestos humanizados; del mismo modo a personajes humanos los dota de características animales, pero esta es la única composición donde sólo aparecen animales, y donde están definidos como tales y con actitudes propias.

De nuevo nos remite Goya a la obra "Gli animali parlanti" de Casti donde los animales adquieren un significado concreto, de tal modo que los lobos serían pardidarios de la monarquía frente a los perros que los presenta como las facciones revolucionarias y el caballo, el constitucionalismo.