Aguafuerte y agua tinta (127 x 175 mm.)
Varios mendigos se agrupan en derredor de una mujer cubierta y con el rostro oculto que reparte algo de comer entre un grupo de personajes hambrientos. En primer término se puede ver a una mujer recostada y vestida de blanco que sujeta en su mano una cuchara y extiende su brazo ofreciendo un plato. Tras ella aparecen tres figuras de pie con rostros caricaturescos de mandíbulas y pómulos marcados, narices afiladas y ojos hundidos, todos ellos duramente castigados por la hambruna.
Uno de los recursos de la población hambrienta, en el Madrid de 1811-12, fue la harina de almortas. A repartirse las gachas que con ella se fabricaban y que algunos vecinos caritativos preparaban, acudían gentes de toda edad que mendigaban famélicos algún alimento en las calles de Madrid .
La almorta es una leguminosa que sustituyó a otros cereales puesto que crecía en condiciones extremas, sin necesidad de un particular cuidado. Su consumo durante periodos prolongados podía acarrear algunas graves enfermedades como el latirismo*. Goya, al titular este grabado Gracias a la almorta, hace referencia a todo lo que este producto podía traer consigo. Por una parte servía para paliar el hambre pero por otra provocaba enfermedades que podían desembocar en la muerte. Quizá esta sea la clave de interpretación de la figura siniestramente cubierta que distribuye el alimento y que a su vez contribuye al envenenamiento a todos aquellos que lo comen.