Así sucedió
Aguafuerte y agua tinta (138x188 mm).
"La obscuridad hacía más espantoso el estrépito y quebrantamiento de puertas, violencia de casas, conventos, casas de piedra y templos: robaron todas las alhajas, custodias, con la magnífica de la catedral: se llevaron los vasos sagrados, dejando por el suelo las formas consagradas, destrozados los ornamentos y las imágenes: mataron varias personas, y entre ellas a un anciano y respetable prebendado". Esto recogía la Gaceta de Madrid el día 17 de junio de 1808 para describir el saqueo de Cuenca por las tropas francesas. Goya parece poner imagen a estos textos, representando el porqué de la acción que veíamos en la estampa anterior.
Pero no tenemos aquí ningún respetable prebendado, sino un humilde fraile, como declara el hábito que lleva, que no ha querido huir de su convento. Acciones así hicieron que muchas personas interpretaran que la Guerra de Independencia era una guerra de religión, buscando enfrentar al bando católico contra los "antirreligiosos franceses". Sea como fuere, estos asesinatos pertrechados contra los sacerdotes alimentaban este sentimiento, y aportaba al enfrentamiento un carácter de cruzada.
Huyendo tras el agonizante, se ve el motivo del crimen, que no era otro que el saqueo de las piezas de orfebrería que se guardaban en aquel templo. Con posterioridad, el gobierno afrancesado, en la persona de Ceán Bermúdez, tuvo que reponer el ajuar en aquellos templos en los que se había perdido, para restaurar el culto una vez superados los lances del enfrentamiento.