Aguafuerte y agua tinta (139x187 mm).

Los asaltos a conventos e iglesias fueron especialmente frecuentes durante los años del gobierno francés. Conocido es cómo, en varias ciudades -como en Sevilla-, llevaron a cabo proyectos de remodelación urbana que pasaban por derruir templos para abrir nuevas calles y plazas, pues el constreñido urbanismo que mostraban estas poblaciones era considerado contrario a la modernización que ellos traían. Estas acciones, unidas a los decretos que comenzaron a limitar en gran medida el poder de las órdenes religiosas, se tradujeron en varios atropellos hacia los frailes y su patrimonio, como vemos en las estampas 46 y 47.

El general que impasible dirige su mirada hacia nosotros consigue crearnos casi un sentimiento de escalofrío, pues se aprecia en sus ojos la maldad de la acción que está llevando a cabo. Aunque no tengamos más elementos narrativos, bien nos podemos imaginar la situación que representa Goya, en la que los frailes que se encuentran en una iglesia son ejecutados ante la desobediencia de las leyes oficiales.

Esto es malo, nos dice el pintor de Fuendetodos, aunque no sepamos exactamente a qué se refiere. Por el mensaje presente en otras estampas, nos podemos imaginar que su condena se dirige preferentemente hacia la actitud de los superiores ante el asesinato que están cometiendo sus subalternos. Nadie detiene a las tropas, que tenían carta blanca al entrar en los pueblos donde llevaban a cabo actos de la mayor vileza.