No se convienen
Aguafuerte y aguatinta (128 x 196 mm.)
En esta representación del campo de batalla hay dos partes claramente diferenciadas: a la izquierda, en primer plano, la élite del ejército, compuesta por unos oficiales a caballo que conversan y señalan el enfrentamiento cuerpo a cuerpo que se desarrolla en el segundo plano, donde reina el desorden y la violencia con la que se acometen ambas facciones.
Dos oficiales a caballo, rodeados de cadáveres, siguen la batalla desde un alto con inquietud: mientras el que está de espaldas se dirige con el brazo hacia la lucha, el que está de frente se gira para atender lo que le habla el militar que se ha acercado a ellos a pie.
La agitación y violencia se manifiestan entre los que luchan a sablazos. La Guerra de la Independencia supuso un cambio sustancial en la manera de combatir y en el arte militar, entendido como el conjunto de normas que regían los enfrentamientos de los ejércitos regulares. Esto se debió, en primer lugar, a los diferentes contigentes que integraban la milicia napoleónica (alemanes, polacos, franceses, mamelucos, etc.) y, sobre todo, a las fuerzas de oposición entre los españoles en las que se implicaron muchos paisanos, ajenos al arte militar.