Y no hai remedio
Aguafuerte, aguatinta y punta seca (127 x 155 mm.)
En el centro, un hombre atado de espalda a un poste, con los ojos vendados, espera el momento de su fusilamiento; aparecen por la izquierda los extremos de los fusiles apuntando al desgraciado. Una figura en el suelo yace con la cabeza destrozada. Al fondo se ven otros condenados atados a varios postes, y soldados franceses fusilándolos.
Se trata de una figura serena y cargada de dignidad cuyo rostro se inclina hacia el suelo; espera resignado su fusilamiento. A su lado yace el cadáver de otro que acaba de ser asesinado y que carece de la venda. Es probable que ésta haya sido utilizada para cubrir el rostro del personaje que está a punto de ser fusilado en primer término. Detrás de él podemos ver otros dos postes a los que han sido atados sendos hombres que están siendo fusilados por un pelotón de soldados que apuntan su arma. Goya recoge en una sola imagen tres fases de la muerte de los prisioneros: la preparación, el momento del fusilamiento y el cadáver del ajusticiado.
La serenidad que manifiesta le convierte en uno más de los que murieron sin otro testigo de su valor que su propia conciencia.
El punto de vista desde abajo refuerza la monumentalidad de la figura. El dramatismo se acentúa aún más con la disposición de los cañones: en primer plano encontramos aquellos que no han sido disparados, y en segundo plano el pelotón que está en el fondo -cuyos rostros permanecen ocultos-, y que acaban de hacer fuego.