Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer

Aguafuerte (148 X 189 mm.)

Un hombre mal cubierto con harapos, de rodillas y con los brazos en cruz, se presenta de frente, en actitud suplicante, pidiendo piedad al cielo. Está en una lóbrega caverna. En medio de la oscuridad distinguimos, casi intuimos, una figura monstruosa que podría encarnar lo que se avecina. La figura central se nos muestra como una víctima de la guerra; su cuerpo y vestimenta nos remiten a las estampas del hambre en Madrid. Su rostro, lenguaje corporal y expresividad de las manos transmiten de manera certera el estado de ánimo.

En la colección de Goya no hay referencia alguna a los sucesos anteriores a la guerra, de modo que esta composición sería la que nos situaría en ese momento previo. La portada fue una de las últimas escenas que creó; se insertaría por tanto en el grupo de los "caprichos enfáticos".  Con ella Goya sabe que nos introduce en una realidad agónica en la que no es posible intervenir, pero de la que no podemos evadirnos.

No conocemos pruebas de estado, pero cuando grabó el cobre Goya alteró ese fondo aunque es evidente que continuaba su intención de poner animales: sobre la cabeza del hombre y a la izquierda se aprecian formas de perro o zorras.
Pero finalmente optó por hacer un trabajo intenso y cerrado con la punta del aguafuerte, construyendo un entorno denso, opresivo y acechante que, por contraste, destaca la figura humana, su soledad y desolación.