Pedro Sáinz de Andino

Desconozco si al pasar por la ciudad –la última vez en septiembre de 1984– el maestro Borges visitó alguna vez la biblioteca universitaria. Tal vez lo hiciera años atrás, cuando frecuentaba los ambientes ultraístas – esa “secta felizmente olvidada”. Se habría topado con un modelo a escala de Babel: una inagotable combinación de los veintitantos signos alfabéticos fruto aleatorio de penurias y expolios de conventos, decisiones políticas y unas pocas compras, sin olvidar la buena voluntad de un grupito de donantes.

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