Nuevas de un nuevo reinado: Andrés de Almansa

Andrés de Almansa y Mendoza es un caso, excepcional en su época, de impacto, coherencia y brevedad en el desarrollo de sus tareas de reportero. Fue, como ningún otro en ese período, el cronista de las últimas horas del reinado de Felipe III en 1621 y de la etapa inicial de su sucesor. La primera de sus diecisiete cartas, dirigida, como todas las demás, a un enigmático corresponsal –“vuestra merced”-, nos describe con pelos y señales la agonía del piadoso Felipe III, al igual que las tensiones que se viven en Madrid y en los mismos aposentos del rey moribundo, en esos momentos críticos. Lo sabemos todo de los lamentos de un monarca que cree haber fracasado como gobernante: “si Dios me diera vida, cuán diferentemente gobernara”. Con la misma precisión, nuestro periodista identifica al personaje que va a tomar con decisión y variable fortuna, a partir de ese instante y durante veintiún años, las riendas del poder: “declaróse la privanza por el conde de Olivares”. Las otras cartas que forman parte de la serie, todas ellas numeradas, irán dando cuenta de noticias más diversas, pero las restantes de 1621 todavía están centradas en las acciones del nuevo equipo de gobierno, ansioso por demostrar que quiere reformar la moralidad de las élites y dar un giro radical a la política española. Resultante de tales iniciativas, el acontecimiento que más llamó la atención en su época, fue el espectacular castigo de Rodrigo Calderón, un personaje que, siendo el hijo de un humilde soldado, se había convertido en el poderoso hombre de confianza del duque de Lerma y había amasado una enorme fortuna. Su ejecución en la plaza Mayor de Madrid, el 21 de octubre de 1621, fue “el día más famoso que ha mirado este siglo”, según dice Almansa en su sexta carta. La actuación de nuestro informador, nada avaro en halagar a Felipe IV y a su valido, no es sólo original por la cercanía y continuidad con que sigue los acontecimientos, también lo es por mencionar la incomodidad que causan sus noticias en algunos y las presiones que sufre para que abandone su tarea: “ha parecido a muchos grande mi cuidado en avisar a vuestra merced de los sucesos de aquí, y han procurado estorbarlo”.

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