Festejar en tiempos de crisis
En el siglo XVII cualquier ocasión era motivo de celebración de fiestas públicas. Incluso en tiempos de crisis se realizaron fastuosas ceremonias que tuvieron gran repercusión impresa. Las noticias festivas relataban y perpetuaban, por medio del discurso, los sucesos, y contribuían, así, a representar de modo simbólico el poder, al tiempo que creaban estados de opinión.
Poco importaba el motivo de la fiesta, pues esta se había convertido en el mejor procedimiento para, a través de la ostentación, el aparato y el exceso, servir de vehículo a la propaganda política. Así se explica que acontecimientos luctuosos como la muerte de Felipe III, el fallecimiento del papa Paulo V o el del Gran Turco Bayaceto Solimán, suscitasen la organización de aparatosas exequias en las principales ciudades, que, a su vez, tuvieron eco editorial, publicándose relaciones festivas que dejaban constancia de los actos realizados. Como continuación lógica de estos sucesos, seguían los fastos por la proclamación de los sucesores (Felipe IV, Gregorio XV) y sus respectivas relaciones.
Otros asuntos cortesanos, como los viajes de miembros de familias reales, el bautizo del hijo del embajador en Venecia o la celebración del carnaval en la corte de Saboya, se recogieron en relaciones impresas en 1621. Generalmente, ofrecen una descripción detallada del evento, dando cuenta de los asistentes, su indumentaria (colores, tejidos, etc.) y su intervención en diversos espectáculos (desfiles, bailes, máscaras, torneos sortijas, etc.), lo que constituye la crónica social del momento.
También la Iglesia echó mano de la suntuosidad de la fiesta pública para celebrar acontecimientos de tipo religioso como la beatificación de san Francisco Javier. Así por ejemplo, se conservan las relaciones de las fiestas realizadas en Madrid, Barcelona, Sevilla, Lisboa o México, las cuales describen los diversos actos piadosos, (Te Deum, misas, sermones, oraciones) y artísticos (arcos triunfales, justas poéticas, etc.), dejando memoria de actos solemnes, ritos, protagonistas e instituciones participantes, y documentando su grandiosidad. Entrar en la sala.