Una pequeña cuadrícula de irreductible coralígeno
Juan Sempere Valverde
Estamos en el año 22 del Antropoceno. Todo el Mar de Alborán, parte del Mediterráneo Occidental y la Macaronesia están ocupada por un alga parda… ¿Toda? ¡No! Una pared poblada por irreductibles especies del vulnerable hábitat Coralígeno resiste, todavía y ¿siempre? al invasor. La vida no es fácil para las guarniciones humanas de Calpis, Caetaria, Baelo Claudia, Septem Fratres y Tingis. El alga Rugulopteryx okamurae ha invadido estas costas y no da signos de tregua. El háibitat coralígeno peligra, los bosques de algas autóctonas han desaparecido, y las praderas de fanerógamas son rara avis… Donde antaño criaban los juveniles de peces, crustáceos y otros animales de interés comercial ahora sólo unos pocos perduran. El profesor Free Espinosa sostiene una cuadrícula en un pequeño oasis en este erial gris. Un joven Edadepiédrix que monitorea una biodiversidad efímera mientras rememora tiempos anteriores a la invasión. Por desgracia, en esta historia no hay poción mágica a base de muérdago que detenga al invasor