Nemesignis banyulensis

Juan Sempere Valverde

El aposematismo es un fenómeno muy frecuente en la naturaleza. Este ocurre cuando un organismo presenta rasgos llamativos a los sentidos para alejar a sus depredadores. La forma de aposematismo más común y llamativa en animales se da a través del sentido de la vista. En estos casos, el animal advierte a posibles depredadores de su peligrosidad tóxica mediante una exhibición de formas y colores que evocan gran belleza al ojo humano. Algunos de los ejemplos más conocidos de aposematismo son las avispas y las ranas dardo (Dendrobatidae). En el medio marino, los nudibranquios abanderan este fenómeno y son bien conocidos por los buceadores (por su belleza) y los depredadores (por su toxicidad). Al igual que ocurre con las ranas dardo, los nudibranquios adquieren sus toxinas de la alimentación. El nudibranquio de la fotografía (Nemesignis banyulensis) es el aeolidáceo más grande del Mediterraneo, y puede llegar a alcanzar 7cm de largo. Se alimenta de hidrozoos, unos cnidarios parientes de las medusas que todos conocemos, y que también están armados con las mismas estrategias defensivas: los cnidocitos. Los cnidocitos son células que se disparan al contacto físico, liberando un filamento punzante (el cnidocilio), que inyecta un veneno a través de la epidermis del pobre bañista. Sin embargo, los aeolidáceos inhiben la activación del cnidocisto de los cnidocitos y la liberación del cnidocilio (si estudiaste Zoología II seguramente entenderás todos estos términos de gran utilidad). Es decir, los nudibranquios aeolidáceos pueden comer hidrozoos (como ocurre con el que aparece en la foto) sin sufrir su efecto urticante. No sólo eso, sino que pueden almacenar los cnidocitos en sus apéndices dorsolaterales (ceratas), sirviéndoles a su vez de defensa. Es decir, estos animales no usan las toxinas de su comida para defenderse, como ocurre con las ranas dardo, sino que usan células enteras, las cuales desplazan a su zona dorsal. Si crees que estos increíbles animales son maravillosos, mejor será que vayas a verlos pronto, porque la acidificación de los océanos, el calentamiento del agua, la contaminación, las especies invasoras, la pesca deportiva y profesional y la urbanización costera, etcétera, etcétera, están causando graves daños a estos invertebrados. Quien sabe… a lo mejor cuando te animes a ir a verlos ya no quede ninguno
 

Autor: Juan Sempere Valverde