Los mapas y la guerra

Los mapas y la guerra

Tratados y tratadistas de fortificación: siglos XVI al XVIII

El militar ha sido históricamente uno de los ámbitos de aplicación práctica de la cartografía. Muchos cartógrafos han sido oficiales de los ejércitos y las armadas de los distintos países, oficiales, eso sí, con formación matemática y conocimientos profundos de astronomía, navegación y geografía.  La importancia del conocimiento del territorio para el desarrollo de las actividades militares es, igual que para otras actividades como las económicas y comerciales, tan obvia que no hace falta insistir en ella, y explica el hecho de que los estados modernos asumieran el desarrollo de la cartografía como una estrategia que había que abordar, unas veces desde el propio estado, otras a través de empresas particulares.

Una de las facetas donde más se desarrolla la cartografía militar es en el de las ciudades y las fortificaciones. El perfeccionamiento de la artillería corrió parejo a una evolución de los sistemas de defensas de las ciudades, que dio a su vez lugar a una proliferación por una parte de tratados de fortificaciones y, por la otra, de series de planos de ciudades desde una perspectiva puramente militar, es decir, destacando los elementos defensivos y el territorio circundante. 

Elemento

“Vista de Florencia”, en Hartmann Schedel. Liber chronicarum. Nuremberg, 1493. BUS A 335/107.

Esa proliferación de tratados de fortificación y series de planos de fortalezas y ciudades se detecta desde el siglo XVI, aunque será sobre todo en los siglos XVIII y XIX cuando alcancen su mayor desarrollo. Casi todos los estados europeos, que como es bien sabido han tendido hasta fechas muy recientes a dirimir sus diferencias y alimentar sus delirios expansivos recurriendo al expediente de la guerra, dieron a luz esos tratados o procuraron que se tradujeran los de otros estados a la lengua propia. 

La primera estampa que reproducimos no corresponde a ninguno de esos tratados, pero sirve como punto de partida para esta sala, al ser una representación de una ciudad a fines del siglo XV.  Se trata de una de las más de ochocientas estampas --muchas de ellas de ciudades -- que decoran el Liber chronicarum. En esta extraordinaria vista de Florencia se aprecia la nítida delimitación del perímetro urbano y los paisajes circundantes. Como la mayoría de las ciudades, Florencia contaba desde el siglo XII con una muralla con torres de flanqueo, atalayas, poternas de entrada, etc.

Elemento

Cristóbal de Rojas. Teoría y práctica de fortificación. Madrid, 1598. BUS A Res. 72/4/18

En España uno de los títulos más importantes, de finales del siglo XVI, es Teoría y práctica de fortificación, de Cristóbal de Rojas, impreso en Madrid por Luis Sánchez en 1598, y al que pertenece este plano de una fortificación abaluartada. Se pueden observar  una serie de nuevos elementos, como los baluartes o revellines, emplazados en las esquinas para los emplazamientos de artillería, fusileros y otros sirvientes. Desde ellos se podía desencadenar un completo cruce de fuegos con los baluartes próximos. Al exterior de cortinas y foso, se encuentra el glacis, superficie en la que encontramos espaldones, que por su menor altura respecto a las cortinas, permitía el movimiento de defensores amparados frente a la fusilería enemiga.

Elemento

Diego González de Medina Barba. Examen de fortificación. Madrid, 1599. BUS A Res. 20/4/13

El segundo plano también corresponde a un tratado español de finales del siglo XVI --téngase en cuenta que en aquellas fechas el predominio militar de la Monarquía Hispánica era indiscutible, aunque fuera discutido.  El Examen de fortificación, de Don Diego González de Medina Barba, impreso en Madrid en 1599, es un tratado de ingeniería militar dispuesto en forma de diálogo entre maestro y discípulo, fórmula muy apreciada por los tratadistas de todas las disciplinas en los siglos XV y XVI. Ayudan a la comprensión del texto una serie de estampas de fortificaciones, acompañadas de explicaciones sobre su significado. En el caso concreto de la aquí expuesta, el maestro alecciona a su discípulo con las siguientes palabras:

“... vereys aquí delante una planta hecha con medidas conuenientes y vsadas, y con sus rebellines señalados con vna estrella, y las cortinas su camisa, y el terrapleno, y la falda del terrapleno, y las calles de suyo se estan ellas bien señaladas, por lo qual no las señalo con letra”.

Elemento

“Plano de Barcelona”. En: Nicolás de Fer. Les forces de l’Europe, ou description des principales villes, avec leurs fortifications... 1690-1695. BUS A 064/012.

Una de las aplicaciones prácticas de la cartografía es la militar. El desarrollo de la artillería y la construcción de defensas fortificaciones dio lugar a una larga serie de tratados de fortificaciones en los que abundan los planos de ciudades fortificadas y de sus sistemas defensivos. Paralelamente a los tratados teóricos proliferaron las series de planos de ciudades y fortificaciones en los que, como se ha señalado, primaban la representación y explicación del entorno inmediato y el sistema de fortificaciones que protegían a las ciudades. En los siglos XVII y XVIII abundan este tipo de planos, a veces reunidas en colecciones de estampas como ésta extraordinaria de la que guarda un ejemplar de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla. Se trata de una colección de cerca de doscientos planos de ciudades europeas, reunidos por Nicolás de Fer y grabados por Charles Inselin, y el plano seleccionado representa la ciudad de Barcelona, con el Montlluich y el recinto de la ciudadela.

Elemento

Guillaume Le Blond. Elementos de fortificación, en que se explican los principios, y método de delinear las obras de la fortificación regular e irregular... Madrid, 1776. BUS A 084(235)/072.

Los planos que ilustran los tratados de fortificaciones recogen las innovaciones que la ingeniería militar había ido introduciendo en los siglos XVI al XVIII. Este plano procede de la edición española, impresa por Ibarra en 1776, de Elementos de fortificación, obra del matemático francés Guillaume Le Blond. El reconocimiento de la importancia de las matemáticas para las ciencias militares, especialmente para la artillería y la planificación y construcción de fortificaciones, vino seguido por un repunte de textos para la formación de ingenieros y oficiales. Las obras de Le Blond, en traducciones al español pero también en ediciones francesas, abundan sobremanera en las bibliotecas hispanas, prueba del relieve que alcanzaron este tipo de obras.

Leer el estudio completo por Pedro Mora Piris