Los mapas y el mar

La cartografía y la navegación: cartas náuticas y derroteros

...E si en los caminos de la tierra ay cuestas y asperezas, la mar los paga con las setenas de las tormentas. Siendo este camino tan dificultoso, será dificil darlo a entender con palabras o escribir lo con pluma. La mejor explicación que para esto han hallado los ingenios de los hombres, es dar lo pintado en una carta...

(Martín Cortés de Albacar. Breve compendio de la sphera y del arte de navegar. Sevilla, 1551).

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Carte reduite du Globe Terrestre. En: Jacques-Nicolas Bellin (1703-1772). Petit Atlas maritime... 1764. BUS A 072(245)/206-208

El hombre ha navegado desde su pasado más remoto, y siempre ha querido conocer y controlar el universo que le rodeaba, ya no sólo por una curiosidad puramente intelectual, sino por motivos comerciales, militares o administrativos. La transmisión del conocimiento acumulado, bien mediante textos descriptivos bien mediante cartas náuticas, permitió a navegantes de diferentes épocas conocer e identificar puertos, islas, y perfiles de costa.

Salir de un punto conocido, llegar a otro establecido, y entre tanto saber siempre dónde se está, aunque haya cambios de rumbo, son los problemas con los que se enfrenta la navegación, y por eso la historia de la cartografía está tan enlazada con la de la náutica. Durante muchos siglos, los navegantes no se atrevieron a perder de vista la costa, pero consiguieron dominar el arte de navegar gracias al desarrollo de la tecnología y los instrumentos y técnicas de navegación, resultado de siglos de experiencia y aprendizaje.

Pasada la etapa de los grandes descubrimientos, comienza un periodo de florecimiento cartográfico impulsado por el nacimiento de la imprenta, que permitía hacer frente a una demanda creciente de cartas náuticas y derroteros.  Sin perjuicio de que se mantuvieran los elementos ornamentales, lo que prima es el rigor y el uso de proyecciones que permitieran representar el espacio con la mayor precisión posible. A partir del siglo XVI comienzan a formarse una serie de empresas cartográficas, empresas familiares que se mantendrán activas, en algunos casos, durante varios siglos. En los siglos XVII y XVIII los constantes avances en el conocimiento de los mares obligaba a una renovación permanente de las cartas náuticas, y dado que éstas se consideraban un instrumento de interés para los propios Estados, acabaron creándose organismos oficiales encargados de la producción cartográfica.

Mientras España y Portugal descubrían nuevas tierras, en el norte de Europa se especializaban en la elaboración e impresión de cartas. En Amberes se desarrolla una industria que pronto se convierte en una de las más importantes del mundo. El secreto del éxito radicaba en la selección crítica de la información cartográfica utilizada y en la minuciosa y clara realización de las planchas. La primera carta náutica impresa fue realizada por Waldseemüller en 1513 en Estrasburgo. El primer atlas de cartas fue el publicado en 1544 por Cornelis Anthonisz. Se trata del Kaerten van de Oosterche zee, reducido al mar Báltico, y que introdujo los perfiles costeros que adoptarían después todos los cartógrafos europeos. Para el primer atlas de ámbito mundial hay que esperar a 1584, cuando Plantino imprime en Leyden Spiegel der Zeevaerdt, del holandés Lucas Jansz Waghenaer. Las cartas que componían este volumen, que comprendían la fachada atlántica de Europa y el Báltico, proporcionaban abundante información: sondeos, rocas, aproximación a los puertos, o bancos de arena.  En los siglos XVI y XVII el dominio de Holanda en el ámbito de la cartografía náutica se pone de manifiesto por la pujanza de editores como Cornelis Claesz, la Casa Blaeu, fundada por Willem Janson Blaeu en 1596, y Jacob Aertsz Colom. En 1675, año de su fallecimiento, se encargó a este último la impresión y comercialización del libro del matemático, navegante e hidrógrafo Arent Roggeven, de las costas de América: Het eerste deel van het Brandende Veen..., del que mostramos a continuación una imegan tomada del ejemplar existente en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla.

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Paskaart voor en Geleche der kust van Barbaria... En: Claes Jansz Vooght. De nieuwe groote lithtende Zee-Fakkel : fackel't derde Dell Verthoonende de kusten van Granaden, Catalonien, Provence, Italien, Dalmatien, Grieken, Thracien, Natolien, Lyrien, Egypten, en de geheele Noordkust van Barbaryen... Amsterdam, c. 1738. BUS A 062/032-033.

Esta carta náutica delinea la costa de Barbaria, es decir, el Norte de África, desde el Cabo de Bona hasta el de Ivy, y la del levante de la Península Ibérica, desde Peñíscola hasta Mataró, incluyendo tres de las Islas Baleares: Ibiza, Mallorca y Menorca. La segunda imagen, procedente del mismo atlas que la anterior, corresponde a una carta náutica del Estrecho de Gibraltar, noresteada. Incluye la costa meridional de la Península Ibérica, desde poco más al Oeste de la desembocadura del Guadalquivir, hasta Velez Málaga, y el Norte de África desde Larache hasta Belis.

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Nieuwe paskaart con de kust von Hispania... En: Claes Jansz Vooght. De nieuwe groote lithtende Zee-Fakkel : fackel't derde Dell Verthoonende de kusten van Granaden, Catalonien, Provence, Italien, Dalmatien, Grieken, Thracien, Natolien, Lyrien, Egypten, en de geheele Noordkust van Barbaryen... Amsterdam, c. 1738. BUS A 062/032-033.

En 1680, Johannes van Keulen y Claas Jansz Vooght publican De Groote Nieuwe Vermeerderde Zee-Atlas ofte Water-Werelt, atlas con cuarenta cartas en su primera edición, número que se iría incrementando en las sucesivas que le siguieron. En los años siguientes, los mismos Keulen y Vooght compilan los cinco volúmenes de Nieuwe Groote Ligtende Zee-Fakkel, que pronto se convirtió en un éxito editorial. El Zee-Fakkel se empezó a publicar entre 1681 y 1684. Los dos primeros volúmenes describen a través de sus cartas las costas occidentales de Europa, desde el Báltico hasta Irlanda, y las del Atlántico Sur, correspondientes a las costas de España, Portugal y Francia. El volumen III contiene cartas del área del Mediterráneo, el IV las Indias Occidentales, y el V África y Brásil. En 1753, Johannes añadiría un volumen dedicado a las Indias Orientales. La obra fue objeto de numerosas reediciones en holandés, y fue traducida al inglés, el francés y el español, reediciones en las que se incluían nuevas cartas que sustituían a las que se iban quedando obsoletas.

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Arent Roggeveen. Het Eerste Deel van het Brandende Veen verlichtende alle de vaste Kust ende Eylanden van geheel West-Indien beginnende van de linie aequinoctiael, ofte rio Amasones...  Amsteldam Gesenneden, Pieter Goos : in compagnie met ben Autheur, ca. 1675. BUS A 006/165.

En 1675, año de su muerte, Pieter Goos graba, imprime y comercializa el libro del matemático, navegante e hidrógrafo Arent Roggeveen de las costas de América, titulado Het Eerste Deel van het Brandende Veen verlichtende alle de vaste Kust ende Eylanden van geheel West-Indien beginnende van de linie aequinoctiael, ofte rio Amasones..., al que pertenece la siguiente imagen. Roggeveen, que trabajaba para la Compañía de las Indias Occidentales, publica en esta obra treinta y tres cartas que descubren en su totalidad las Indias Occidentales, el continente y las islas adyacentes, comenzando por el Amazonas y terminando de Terranova. Het Brandende Veen contiene numerosos grabados intercalados en el texto con perfiles de costa y pequeños mapas, así como las treinta y tres cartas a doble página, una de las cuales representa la pequeña isla de Santa Catalina, cerca de las costas de Panamá y Nicaragua. La explicación de esta carta pueda estar en el hecho de que Santa Catalina sirvió como base al famoso pirata Henry Morgan durante las décadas de los setenta y ochenta del siglo XVII.

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"Baye de Portobelo", en: Jacques-Nicolas Bellin ( 1703-1772). Petit Atlas maritime .  1764.  BUS A 072(245)/206-208.

Otra potencia que mostró de manera temprana interés en los temas navales fue Francia, destacando en el siglo XVI la figura de André Thevet, que publicó en 1587 un atlas náutico, Le Grans Insulaire et pilotage, dans lequel sont contenus plusieurs plans d'isles habitées et deshabitées.  En el XVII Francia intentó vencer la hegemonía de Holanda en la cartografía náutica, creándose en París la Académie des Sciences y allegando matemáticos y astrónomos de toda Europa. Frutos de aquellos esfuerzos fueron las cartas publicadas por Ricard y La Hire en el Neptune Français. Ya en el siglo XVIII, destaca el atlas Recueuils de plusieurs plans et ports et rades de la Mediterranée, de Michelet y Brandon, editado en 1730 en Marsella, del que existe ejemplar en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla. Varias décadas más tardes se publica Le Petit Atlas Maritime,  editado por Bellin, obra en cinco volúmenes, que recoge infinidad de mapas y cartas de náuticas de todo el mundo.

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"Mappe-monde sur le plan d'un Méridien . Hemisphère orientale. En Rigobert Bonne. Atlas encyclopédique, contenant la géographie anciene et quelques cartes sur la géographie du moyen Âge, la géographie moderne et les cartes relatives a la géographie physique.  Paris,  1787 .  BUS A 038(a)/093-094.

En 1762, Rigobert Bonne, ingeniero e hidrógrafo, que sucedió a Bellin en su cargo en el Depôt, publicó el Atlas Martitime y el Neptune Amérique Septentrional. El trabajo de Bonne supuso un paso importante en la historia de la cartografía náutica, prescindiendo de los elementos decorativos  y buscando una orientación más detallada y práctica. En 1787, Bonne publicó el Atlas encyclopédique, contenan la Géographie ancienne..., obra que supuso un avance gigantesco al construir un atlas universal a partir nada menos que de mil quinientas cuarenta posiciones astronómicamente determinadas.

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Vue de Côte Méridional de la Baye de l'Aventure; Plan de la Baye de l'Aventure sut la Terre Van-Diemen. En: James Cook. Cartes et figures du troisième voyage de Cook.  Paris,  1785. BUS  A 040(309)/157.

La importancia de la navegación en la gestación del llamado imperio británico no tuvo se correspondencia en un desarrollo de la cartografía náutica y, a pesar de las obras de algunos cartógrafos de los siglos XVI y XVII, los marineros británicos tuvieron que seguir recurriendo a las cartas náuticas que se imprimían en el Norte de Europa. Tan era así que algunas voces críticas lograron que en el último tercio del XVII llegara a prohibirse la importación de los atlas de cartas náuticas holandesas conocidos como "waggoners", circunstancia ésta que aprovecharon cartógrafos ingleses como John Seller y, más tarde, Greenville Collins, para abordar proyectos cartográficos universales. Será en la siguiente centuria cuando la hidrografía británica alcance un nivel equiparable al de otras naciones. El proyecto de levantar cartas náuticas en aguas norteamericanas para la Marina Real, que contó con la colaboración de James Cook, dará sus frutos en 1774 con la publicación de The Atlantic Neptune, donde se utilizó por primera vez el Meridiano de Greenwich. Las exploraciones de Cook, que era además un excelente cartógrafo, suscitaron un enorme interés del público, si bien la relación oficial de sus viajes no se publicaría hasta 1784, con tal éxito que se tuvieron que hacer cinco ediciones en el mismo años, comenzándose a publicar enseguida las ediciones en francés, alemán, holandés, sueco, italiano y ruso. La edición francesa de 1785, de la que procede el mapa precedente, contiene vistas de pueblos, retratos de indígenas, útiles y armas, perfiles de costas, mapas, planos, y un sinfín de cartas náuticas del Pacífico.

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"Plano Geométrico de la Bahía de Cádiz y Gibraltar". En: Vicente Tofiño de San Miguel. Atlas marí­timo de España. Madrid, 1789.  BUS A 062/039-040

En el caso de España, el monopolio oficial del comercio con las Indias, la inexistencia de empresas comerciales y de navegación, y la pertenencia de los Países Bajos, principales proveedores de cartas náuticas, a la Monarquía Hispánica, determinó la inexistencia de autores privados. Las tareas cartográficas y la formación profesional de los marinos las asumió la Casa de la Contratación, más tarde Tribunal de Contratación de Indias, que estableció las Escuelas de Navegación donde se preparaban los pilotos de la Armada y donde se confeccionaba la cartografía para las expediciones, como las de Alejandro Malespina, que a fines de siglo adquirieron un carácter científico equiparable al de cualquier otra nación. En el viaje de Malaspina de 1789 fueron cartografiadas las costas americanas del Pacífico desde el Cabo de Hornos hasta Alaska.

Mientras tanto, en España trabaja Vicente Tofiño de San Miguel, autor entre 1783 y 1788, y por encargo de Carlos III, de un atlas marítimo de las costas de España, primer estudio sistemático y actualizados de las costas españolas.  El conjunto total de la obra está compuesto de cartas planas, cartas esféricas y cortes con vistas de costa. Son piezas de gran calidad y precisión, e incluyen por primera vez información sobre la naturaleza del fondo.

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Manoel Pimentel. Arte de navegar... Lisboa, 1712. BUS A 104/101

Tan importantes como las cartas náuticas son los derroteros, que son la versión marítima de los itinerarios terrestres. En ellos se sintetizaba el conocimiento acumulado por generaciones de navegantes y se describía una ruta determinada, registrándose los accidentes geográficos de la costa a cuya vista se navegaba: cabos, ensenadas, playas, lugares de aguada, puntos de abastecimiento de leña y víveres, etc.

La versión antigua de los derroteros son los periplos, y la medieval los portulanos o libros de derrota, que nacen al mismo tiempo que las primeras cartas náuticas. En los siglos de la Edad Moderna se edita una gran cantidad de derroteros, de algunos de los cuales posee ejemplar la Biblioteca de la Universidad de Sevilla.

Uno de ellos es el Arte de navegar, del portugés Manoel de Pimentel, impreso en Lisboa en 1717. El tratado de Pimentel se divide en dos partes. La primera, de carácter teórico, contiene ejemplos y casos prácticos y explicaciones, a veces ilustradas con láminas, sobre el arte y el instrumental de navegación, la astronomía y las cartas de marear. La segunda, práctica, lleva por título  Roteiro das ilhas das Açores, e de Cabo Verde, Guiné, Angola, Brazil, Indias Occidentaes, e Orientaes, Costa de Hespanha, e Mar Mediterráneo, e incluye dieciocho láminas con treinta y cuatro cartas grabadas.

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René Bougard. Le Petit flambeau de la mer... Nantes, c.  1730. BUS A 068/024

Posee la BUS ejemplar de Le Petit flambeau de la mer, en su edición de Nantes, c. 1739. El Petit flambeau es un manual de náutica que cotneien sesenta  y siete cartas y fue muy usado en las escuelas de navegación desde 1684 hasta 1817.

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Vicente Tofiño de San Miguel. Derrotero de las costas de España en el Océano Atlántico, y de las Islas Azores ó Terceras...  Madrid, 1789. BUS A 302/201.

En España una de los títulos de este género más destacados es el Derrotero de las costas de España en el Océano Atlántico y de las islas Azores o Terceras, para inteligencia y uso de las cartas esféricas, de Vicente Tofiño. Los trabajos de levantamiento de las costas españolas se llevaron a cabo entre los años 1783 y 1787, y dieron como resultado el Derrotero de las costas de España en el Mediterráneo y sus correspondientes de África, en 1787, y el Derrotero de las Costas de España en el Océano Atlántico y de las Islas Azores o Terceras, para inteligencia y uso de las cartas esféricas, en 1789, pocos meses antes de la publicación del ya mencional Atlas Marítimo de España.

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José de Mendoza y Rí­os. Tratado de navegación.  Madrid, 1787. BUS  A 063(286)/216.

Cerramos la selección de derroteros con la figura de José Mendoza y Ríos, matemático y astrónomo que gozó de prestigio internacional y que, aunque no llegó a publicar su proyecto para un derrotero de las costas europeos, llevó a cabo una labor inestimable en el Depósito Hidrográfico Español. En la Biblioteca de la Universidad de Sevilla se encuentra  una ejemplar de la edición que en 1787 imprimió la Imprenta Real de su obra Tratado de navegación, en cuyas conclusiones Mendoza mencionaba la necesidad de realizar un derrotero de las costas europeas. El proyecto, como venimos diciendo, no llegó a su fin, pero en su preparación Mendoza consiguió formar una sólida colección de cartas náuticas, en archivos españoles, pero también en Francia e Inglaterra, que pasaron al Depósito Hidrográfico y hoy se conservan en el Museo Naval.

Leer estudio completo por Carolina Puertas Mosquera