Shigeo Fukuda, el pacifismo
Como muchos grandes cartelistas del siglo XX Shigeo Fukuda (1932-2009), es cartelista muy activo, se le calculan no menos de 1.300 obras, pero al mismo tiempo desarrolla muchas otras actividades, desde la escultura a la tipografía, con destacadas aportaciones en todas ellas. Sin embargo, es en el cartel donde alcanza más originalidad e influencia, ratificada por una larga lista de premios y reconocimientos que le llegan de todo el mundo. Su infancia, con la II Guerra Mundial, la derrota japonesa y la dura posguerra vividas en el seno de una familia dedicada a la juguetería influye decididamente en su obra y en su propio carácter. El pacifismo tan presente siempre -hace historia su cartel con ocasión del 50 aniversario de la bomba atómica arrojada sobre Nagasaki-, la visión del cartel como obra social, domina su trabajo, del que no están ausentes el humor y el optimismo. De ahí esa fórmula suya que puede resultar en principio sorprendente: «creo que en el diseño es necesario un 30% de dignidad, un 20% de belleza y un 50% de absurdo». En la misma dirección, su otra gran dedicación, la escultura, nada convencional viene dominada por la creación de ilusiones ópticas, el juego.
Fukuda gusta de los contrastes de color, de la sobriedad en el uso de elementos, de forma que tenemos la impresión de que nada sobra en sus trabajos. Usa la ironía, la contradicción aparente, el gag visual nítido. Su cartel para el Día de la Tierra: ¿Un hacha o la rama de un árbol o ambos? Asimila perfectamente el cartel occidental, pero le une influencias japonesas heterogéneas, como el arte del origami, cercano a la papiroflexia. Su creación es siempre una denuncia, una llamada de atención y una lucha permanente por causas humanitarias y medioambientales. Ha trabajado en el seno de países y culturas muy diferentes. Sus tres colores preferidos, rojo, blanco y negro.
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