Saul Bass, el cartel de cine
El cartel tiene un intenso cultivo en el mundo del cine desde sus propios orígenes y sigue siendo relevante en el lanzamiento y la imagen de cualquier película de nuestros días. Ofrece una evolución continua, pero lenta, y con algunos condicionantes. Pero ese cartel cinematográfico, especialmente el norteamericano, gira radicalmente con la obra de Saul Bass (1920-1996), que deja honda huella y derriba muchas exigencias o normas no escritas tradicionales. El inevitable sometimiento del cartel cinematográfico al «star system», con los actores protagonistas siempre presentes en algo muy similar al primer plano de la pantalla, va desapareciendo en favor de la alusión o insinuación, incluso la intriga, a menudo sin rostro. Si en sus primeros carteles para Otto Preminger, como Carmen Jones (1954), la protagonista está bien presente, pero hay ya elementos muy renovadores en uso del color y el dibujo, en Anatomía de un asesinato (1959), tendremos ya la ruptura esencial con el cartelismo anterior, no hay actor o actriz, sino la silueta negra de una persona que ha muerto sobre un fondo rojo que sugiere sangre. Seguirán carteles de una evidente originalidad, como los de Vértigo, de Alfred Hitchcock o con su punto irónico como Un, dos, tres, de Willy Bilder. Ahora es el dibujo intencionado, el trazo y no la fotografía o el retrato de los protagonistas lo que vemos, y ello a través de ese uso intenso de colores rotundos. Bass se adentra en un cartel muy personal, pero fácilmente identificable como suyo. Para el cine realiza también imaginativos títulos de crédito, en películas como Con la muerte en los talones. Llegará a dirigir cortometrajes e incluso un largometraje de ciencia ficción. Alcanza sólido prestigio y recibe encargos como el de los carteles de la Olimpiada de 1984 en Los Ángeles.
Bass trabajó primero con agencias en Nueva York, luego se independiza, trabaja como autónomo y crea su propia empresa en Los Ángeles. Junto con sus aportaciones en el cartelismo, cultiva con acierto la imagen corporativa, sean compañías de aviación, o conocidas multinacionales como ATT, NCR, Kleenex, Warner Music o Minolta.