Raymond Savignac, la ironía

Si hay un cartelista en el que el buen humor, la ironía, la paradoja, sana y abierta reclame nuestra atención y genere nuestra sorpresa ese es el francés Raymond Savignac (1907-2002), que comienza, muy joven, realizando dibujos -el dibujo es su gran pasión inicial- para anuncios cinematográficos, pronto conoce y asimila a los grandes cartelistas franceses del momento, Cassandre sobre todo, y comienza a interesarse por el cartel. Pero a menudo las empresas para las que trabaja no captan el valor de sus ideas renovadoras. Sin embargo, tras la guerra, en nuevo contexto, esos carteles van a ser aceptados y celebrados y contribuirán a una renovación profunda del cartelismo publicitario europeo, pues trabajará para empresas como la italiana Vespa, la suiza Maggi, la inglesa BP o la francesa Bic, aunque su verdadera rampa de lanzamiento ha sido años atrás el jabon Monsavon. Con Savignac el cartel se hace más inmediato, más nuestro.

Su cartel, dominado por el dibujo, tiene siempre trazos sencillos, humor, caricatura amable, complicidad en la ironía, sobre fondo difuminados, con colores elementales y siempre altas dosis de imaginación que pueden rozar el surrealismo o lo inverosímil: esa vaca amable que baila con un algo sorprendido señor enchaquetado y con bombín. Sus carteles son humanistas, lucha contra el materialismo, el formalismo, que ha llegado también a la publicidad. Son personajes siempre sonrientes, es la alegría de consumir sin complejidades, la habilidad de conseguir mediante el cartel la sonrisa y el cliente.

Lucha desde los años setenta contra la deshumanización del cartel, el imperio de la fotografía. Los últimos años de su larga vida los vive junto al mar, en Normandía, allí, en Trouville-sur-mer, un museo recoge más de 300 de sus carteles, pues Savignac fue trabajador incansable y pródigo. Sus imitadores rara vez consiguen esa síntesis vital e imaginativa que son sus carteles. 

http://www.monografica.org/Proyectos/5044

https://www.trouville.fr/MuseeVillaMontebello/