Ramón Casas, la aportación española
El modernismo, y el cartel dentro del vasto movimiento, tiene amplia y rápida acogida en España, sobre todo Cataluña, y en él tendremos la figura destacada de Ramón Casas (1866-1932), pintor y cartelista, que asimila bien lo que llega de Francia, pero sabe matizarlo y adaptarlo, huyendo siempre de excesos. Su inicio, fulgurante, es el concurso convocado por la empresa Bosch de Badalona productora del Anís del Mono, en 1897. Concurren nada menos que 162 obras, aunque no faltan artistas, como el propio Casas, que envían varias, y es Casas el elegido, con la dama bella y elegante y el mono vivaracho. Casas, muy activo, va a ofrecernos en los años siguientes un cartel comercial sin disimulos, que no margina, todo lo contrario, el ámbito cultural. Irán surgiendo así carteles de lugares de reunión, como la cervecería Els Quatre Gats, de empresas y productos del momento, cava incluido, de promoción de revistas, de eventos -carreras deportivas, por ejemplo, o exposiciones- en los que aporta una visión innovadora en España, carteles donde, desde luego, no falta la mujer, pero una mujer nada diosa, sino alegre, pícara incluso, cómplice, como vemos en los carteles para la firma Codorniú. También concurre en 1901 al concurso internacional convocado en Buenos Aires por Cigarrillos Paris, concurren 555 obras, Casas consigue el tercer premio, pero su cartel será el más celebrado y el convocante no oculta que es su favorito.
El modernismo de Casas no supone evasión, es concreto y cada vez más propio, más refinado. Compagina siempre cartel y pintura, e introduce la tarjeta postal comercial -realizará más del centenar- pero poco a poco, se inclina hacia la pintura. Sus grandes años como solicitado cartelista son los de la primera década del siglo, pero no dejará de cultivarlo con posterioridad, con los carteles de la campaña contra la tuberculosis, que realiza a finales de los años veinte, cercana ya su muerte, tan diferentes, donde la alegría es reemplazada por la ternura y la solidaridad.