Postmodernismo
En la década de 1980, la publicidad experimenta un proceso de renovación, puesto que se diversifica, rechazando cánones anteriores y clasicismos. En el caso concreto del cartel, aparecen legislaciones más restrictivas –así como mayor sensibilidad ciudadana ante los abusos de la publicidad–, y este pierde primacía y centralidad en las campañas, pero a cambio gana mayor libertad y capacidad de provocación. De esta forma, la imagen adquiere protagonismo y se cuida especialmente la estética.
Un ejemplo de esta transformación es el cartel psicodélico en EEUU., donde se desarrollan corrientes eclécticas y renovadoras, rechazadas en etapas anteriores y sobre todo en el ámbito de la música, con figuras como Wilson o Moscoso. En Europa se produce igualmente cierta reforma con los trabajos de publicistas franceses como Jacques Séguéla y Philippe Michel. En general, puede decirse que el cartel de esta época tiende al desafío, a la sorpresa, y a pesar de que no ocupa un lugar privilegiado en publicidad, consigue mantenerse. En algunos casos, el interés por impactar y sorprender a un público saturado, lleva a marcas a lanzar campañas caracterizadas por la provocación y transgresión, como el caso de Levi’s, llegando incluso a cruzar fronteras éticas, como ilustran las campañas de Toscani para Benetton en la década de 1990. En España la llegada de la democracia aporta nuevas posibilidades para el cartel institucional, cultural y electoral. Diseñadores y artistas realizan carteles para eventos y surge una nueva generación de cartelistas reconocidos con el Premio Nacional de Diseño, como Mariscal o Corazón. De hecho, se produce en estos años la consolidación de museos dedicados al cartel, así como de concursos y certámenes, que cuentan con movimientos solidarios, ecologistas y culturales como organizadores y anunciantes. En definitiva, no hay influencias de movimientos concretos, pero sí hay multiplicidad de corrientes.
En cuanto al cartel de cine, este pierde su posición dominante en el sector a finales del siglo, debido a la decadencia de la exhibición en salas, provocada por el visionado en canales de TV o VHS/DVD. Por ese motivo, disminuye la presión de la productora sobre el cartelista, que cuenta con mayor autonomía y poder de expresión. Así se produce cierta renovación del cartel cinematográfico, más patente en el cine europeo y latinoamericano, con cartelistas que proceden de la vanguardia cultural (como en el caso español con Mariscal o Mariné). En EE.UU. conviven continuadores e innovadores, siendo Drew Struzan el diseñador más notable durante décadas por su trabajo para sagas completas, y muy taquilleras, como La guerra de las galaxias, Indiana Jones o Harry Potter. Con respecto al cartel de turismo, este experimenta gran relevancia teniendo en cuenta el crecimiento del sector gracias al desarrollo de la sociedad de consumo, el aumento del tiempo de ocio y mejora de las comunicaciones. De hecho irrumpen en estos años las compañías aéreas como anunciantes relevando a las ferroviarias (Air France, American Airlines, Iberia…). No obstante, los principales anunciantes siguen siendo los gobiernos, que fomentan esta industria y favorecen su diversificación (turismo de congreso, deportivo, cultural, etc.).
El cartel político también experimenta una crisis a partir de los años 70, debido a la relevancia de la TV y otros formatos en las campañas de comunicación política. No obstante, sigue presente en los procesos electores, llamadas a la huelga, etc. y resulta clave en sucesos como el golpe militar de Pinochet en Chile. En el Reino Unido Saatchi&Saatchi desarrolla un cartel agresivo (“Labour isn’t working”), y en la cartelería francesa aparecen nuevas fórmulas para la presentación de líderes políticos, que serían muy explotadas por otros países. Destacan especialmente los carteles críticos, con mensajes ecologistas como los del japonés Takashi Akiyama, y de anunciantes como Amnistía internacional. Con la llegada del nuevo milenio, no obstante, el cartel político parece languidecer, ya que carece de aportaciones innovadoras.