1910 – 1930 (las Vanguardias, IGM y el período de entreguerras)
Con el estallido de la Primera Guerra mundial, el cartel se convierte en un instrumento clave para la propaganda y se produce el apogeo del cartel político. A través del cartel se busca fomentar la participación de toda la población, lanzando mensajes para la obtención de recursos, avivar la moral de la ciudadanía, afianzar el patriotismo, el heroicismo de los soldados y la resistencia al enemigo, al que se demoniza. Destaca la representación de la mujer como animadora, indispensable en la retaguardia, y las campañas de reclutamiento, con piezas tan populares como “Britons” o “I want you for US army”, muy imitadas durante décadas. Otro acontecimiento histórico en el que el cartel político jugó un rol decisivo fue la Revolución Rusa en 1917. Durante el periodo revolucionario, se utilizó el cartel como elemento movilizador de la población, con el fin de difundir el espíritu revolucionario entre el pueblo iletrado, por ello se desarrollaron piezas de carácter colectivo, expresivo, entusiasta y victorioso. Una vez instaurado el gobierno comunista, el movimiento asociado a esta etapa sería el Constructivismo, que bajo la premisa de “construir” una nueva sociedad tras la revolución, le otorgó un rol social al diseño. Así se desarrolla un nuevo lenguaje, muy transgresor, que procede de las vanguardias, y se experimenta con la tipografía y fotografía a través de montajes. Surge una generación de diseñadores muy influyentes en décadas posteriores, como Rodchenko o El Lissitzky.
La experiencia de la Gran Guerra provocó una profunda crisis de valores en la sociedad, caracterizada durante los primeros años del s. XX por el valor de la modernidad, el progreso tecnológico y la fe en la ciencia. En este contexto surgen diferentes movimientos vanguardistas, los llamados –ismos, que supusieron una reacción ante el Modernismo y presentaron una fuerte actitud provocadora. Las vanguardias adoptaron diversas formas de expresión artística, pero no sería hasta años más tarde cuando dicho lenguaje comenzó a aplicarse al diseño gráfico y la publicidad (ya que en un principio provocó rechazo en la población por su carácter transgresor). Así, el cartel experimenta un giro a partir de la década de 1920, de modo que se simplifica, hasta ser una composición concreta y directa, que busca la eficacia y el impacto, en la que el producto deja de ser secundario y cobra total protagonismo. Esta etapa supuso también la profesionalización de los cartelistas, entre los cuales destacan Cassandre, Carlu o Colin. Cassandre, quien concibe el cartel como “una máquina de anunciar”, aplica el cubismo al medio y realiza composiciones innovadoras, dominadas por la geometría. Es el más influyente de su generación, con anuncios para empresas de transportes como Nord Express o Étoile du Nord, o marcas como Dubonnet. Jean Carlu, también cubista, realiza composiciones simples y eficaces, con colores vivos, casi abstractos, como el de dentífricos Gellé Frères. Paul Colin, por su parte, desarrolla un cartel alegre, principalmente de espectáculos, aunque el del óptico Leroy es un claro ejemplo de su estilo.
En Alemania se desarrolló ya a comienzos de siglo un nuevo estilo, alejado del cartel modernista, el llamado Plakatstil. La renovación del cartel vino a cargo de una generación representada por Lucian Bernhard, quien creó un nuevo concepto de cartel en el que se potencian los datos informativos mínimos: imagen y texto, sin ornamentos, figuras ni motivos compositivos de ningún tipo, como se aprecia en el de cerillas Priester. El cartel se concibe así como un medio de comunicación entre anunciante y receptor. Peter Behrens, miembro fundador del Werkbund Institut plasmó igualmente su visión racional y funcional en la proyección de objetos de consumo, aunando arte, industria y artesanía. Así se observa en el programa de "identidad corporativa" quee realizó para la compañía AEG, para la que también diseñó cartelería. Desde 1919 a 1933 surge otra institución alemana que sería clave para la historia del diseño y su homologación profesional. La Bauhaus supuso un impulso pedagógico e intelectual en arquitectura, diseño industrial y diseño gráfico. La escuela contó con profesores de prestigio internacional, procedentes de las vanguardias europeas, del constructivismo ruso y de diversos ámbitos del diseño, como Walter Gropius, László Moholy-Nagy, Paul Klee, Kandinsky, Ludwig Mies van der Rohe o Max Bill. Su objetivo fue la incorporación de la nueva estética a la vida cotidiana, desde una visión racional, objetiva y funcional, como se observa en el cartel para la exposición que la escuela organizó en 1923.
En Italia tuvo especial importancia el futurismo, muy visible en los carteles de Leonetto Capiello, cercanos al Modernismo. Su cartel para Bitter Campari es un ejemplo de su estilo, con figuras dinámicas sobre fondos monocromáticos y tono burlón. Por otro lado, Fortunato Depero, autor del “Manifiesto del arte publicitario futurista”, introduce el cartel geométrico, caracterizado por su color y energía. En España, el impacto de la Guerra civil merma el proceso renovador de la época. Sin embargo, surge una generación de artistas que renuevan el cartel, quienes participan en los numerosos concursos por parte de marcas como la Perfumería Gal, con jabón Heno de Pravia, Ceregumil, o el Círculo de Bellas Artes de Madrid, etc. De esta forma, los cartelistas premiados, como Federico Ribas, Rafael de Penagos o Salvador Bartolozzi inauguran un nuevo estilo que adapta las vanguardias a la personalidad española. Destacan igualmente otros cartelistas, como Josep Renau, que presenta influencia del cartel social ruso, así como Federico Ribas Montenegro, Aníbal Tejada o Pedro Antequera Azpiri. En EE.UU. se desarrolla un estilo totalmente ajeno a las vanguardias, con figuras como Fischer o Cooper, al igual que ocurre en Latinoamérica. Sin embargo, en Japón, sí que se produce una renovación afín a las vanguardias europeas a través del trabajo de Hisui Sugiura.
Las vanguardias llegan a la cartelería de cine en las décadas de 1920 y 1930, especialmente a partir de movimientos artísticos que también tienen su expresión cinematográfica, como el caso del expresionismo en Alemania. De esta forma, autores como Carlu, Colin o Tschichold diseñan carteles con influencias del Art Decó, la abstracción, etc. En España destacan los realizados por Josep Renau o Antoni Clavé. Igualmente, en Rusia el vanguardismo se hace visible en el cine post revolucionario, como se materializa en los carteles de Rodchenko para El acorazado Potemkin, o de los hermanos Stenberg para El maquinista de la general. En oposición a las tendencias europeas, en EE.UU. comienzan a imponerse las normas de las productoras en el star system, por lo que se recurre sobre todo a publicistas y se impone un estilo realista, a partir de fotogramas de la película o fotografías de los actores, que se convierten en el principal reclamo.