Jules Chéret, la alegría del cartel
A este parisino, Jules Chéret (1836-1932), de larga vida, se le ha considerado «padre del cartel», porque es sin duda el creador del cartel moderno, en el que introduce movimiento, color, alegría, sugerencia, tipografía y dibujo. Es hijo de impresor y bien joven, con 16 años, aprende los secretos de la imprenta y muy especialmente las posibilidades de la litografía. Le gusta la pintura, clásicos vibrantes como Watteau o Fragonard, tan llenos de vida, pero también el más taciturno Turner, británico. De hecho, vive más de un lustro, de 1859 y 1866 en Londres y amplía su conocimiento de la imprenta. Cuando regresa a París es para crear un establecimiento tipográfico renovador y en el trabajará durante 15 años, luego lo vende precisamente para dedicarse por completo a sus dos pasiones complementarias, el cartel y la pintura. Es pródigo, se calcula que llegó a realizar el millar de carteles. Pudiéramos decir que marca las reglas del juego del primer cartel moderno, esa movilidad protagonizada usualmente por la mujer, la ausencia de conflicto o de elementos negativos, personajes que ríen y disfrutan. Con Chéret la publicidad entra en el ámbito del arte, la dignifica, la enseñorea de la ciudad, su cartel no la afea, la vitaliza.
No olvida ni relega el texto, con letras a menudo desgarradas, de gran tamaño, que envuelven la imagen principal. Sus mejores años son sin duda las dos últimas décadas del siglo XIX, luego la paulatina pérdida de la vista, entre otros factores, llevan a que su trabajo decaiga en cantidad y en originalidad. Huye de Paris, se refugia en Niza, y en el museo de Bella Artes local tenemos parte de su obra. Su iniciativa de crear en 1895 la colección Maîtres de l'Affiche, que mantiene hasta 1900, recoge obras de los mejores cartelistas europeos, casi un centenar. La mejor forma de valorar a Chéret es ver y comparar sus obras con la de los que le precedieron.