1930 – 1970 (IIGM y postguerra)
En el periodo de entreguerras se produce la consolidación del cartel fotográfico. Como herencia de las vanguardias artísticas, Moholy-Nagy representa el cartel fotomontaje, con fuerte presencia de la fotografía y tipografía escueta. Otro de los nombres destacados es John Heartfiled, dadaísta, que utiliza el fotomontaje para la sátira política y su crítica al régimen nazi.
Precisamente en esta época caracterizada por los regímenes totalitarios en Europa como antesala a la Segunda Guerra Mundial, el cartel propagandístico toma protagonismo, aunque esta vez es compartido con la radio como reciente medio de masas. Así, la cartelería desarrollada durante la contienda en Alemania se caracteriza por un fuerte componente racista y anti-judío. Es destacable el uso repetitivo de símbolos (como el color rojo, el águila imperial, la cruz esvástica) y de la tipografía gótica, con connotaciones nacionalista, así como la aplicación de técnicas modernas, como la fotografía en b/n, o el fotomontaje. Hans Schweitzer (Mjölnir) fue el comisario artístico nazi y principal responsable de materializar los valores del nazismo en la cartelería. Con respecto al bando aliado abundan las campañas de carácter solidario, como las lanzadas por la Cruz Roja, o colectivo, como las del Reino Unido realizadas por Abram Games, o los populares llamamientos a la sociedad, como ilustran los conocidos carteles de “Keep Calm and Carry on” o “We can do it!”. Igualmente se lanzan mensajes para implicar a la población e incluso se organizan concursos, como el National War Poster Competition en EE.UU. Durante la Guerra civil española, también se produce la proliferación de carteles, con un lenguaje muy diferenciado según el bando. Mientras que en el bando nacional se desarrolla un estilo uniforme y menos creativo (caracterizado por el costumbrismo y el componente épico), en el bando republicano se aprecia mayor diversidad de estilos (con figuras procedentes de las vanguardias como Josep Renau y el círculo valenciano) y de temáticas (se crean carteles divulgativos, sociales, de retaguardia, alfabetización…).
Ya en la postguerra, se producen cambios en el cartel, puesto que este pierde el cuasi monopolio del color, al popularizarse paulatinamente la TV, que rivaliza como soporte para la publicidad en otros medios. Se diversifica la publicidad exterior urbana, con la aparición de vallas, MUPI, marquesinas, etc. ante los cambios de las ciudades que traen consigo la popularización del coche y la mejora de las carreteras. Las condiciones de recepción imponen un nuevo lenguaje o cambios, provocando también su regulación para evitar ser una distracción para conductores. Poco a poco el cartel va perdiendo la vinculación con las vanguardias artísticas y con los movimientos artísticos en general (a excepción de algunos casos futuros, como el pop art).
En EE.UU. puede hablarse de uniformidad en cuanto al estilo del cartel, ya que se propicia un cartel práctico que muestra el “estilo de vida norteamericano”, en el que la mujer (pin up) cobra protagonismo total, desde una perspectiva frecuentemente sexista. Dicho modelo es imitado en parte de Europa, aunque es rechazado por otros. Por ejemplo, en Francia se desarrolla una alternativa a partir de un cartel irónico, sencillo y cómplice. Raymon Savignac es el mejor ejemplo de ello, con un cartel alegre, humorístico y crítico. Igualmente, Bernard Villemont diseña carteles alegres, como los que crea para la marca Orangina. En el ámbito anglosajón sobresalen figuras como John Gilroy, autor de los populares carteles de Guinness, con un humor sencillo pero eficiente. Suiza va a ser otro de los focos relevantes de la época, ya que se impone el “Estilo internacional”, cuya principal aportación se hace en el campo de la tipografía con el diseño de la helvética. Este grupo, conocido como la Escuela gráfica suiza realiza carteles conceptuales, funcionales (aplicando la rejilla modular) y elegantes, en los que se busca la legibilidad, a través del uso de las tipografías sans-serif y de la fotografía como sustituta de la ilustración. Destacan Josef Müller-Brockmann y Armin Hofmann como principales referentes.
Según avanzan los años, aparecen tendencias alternativas ante la hegemonía del cartel práctico estadounidense. Será el caso de Paul Rand, quien torga valor simbólico y expresivo a las formas y juega con el contraste visual a partir de la oposición de colores, fondo-forma, figuras naturales frente a geométricas, etc. Igualmente, Milton Glaser resulta un autor relevante por diseñar el logo de “I ❤ NY” y por dar forma a un lenguaje muy reconocible conformado por siluetas, figuras planas con contorno y colores estridentes. Diseña carteles para conciertos y portadas de discos, como el de Bob Dylan de perfil, icónico de una generación, la séptima temporada de Mad Men o el cartel de Obama “Hope”. En España, la influencia de la postguerra en la evolución del cartel provoca un retroceso con respecto a años anteriores. Sin embargo, a partir de los años sesenta se produce una mejoría gracias al dinamismo de la publicidad en el país. Figuras como Manuel Prieto (autor de la valla del toro de Osborne) ganan importancia.
En el cine, la etapa dorada de Hollywood se prolonga hasta la década de 1960 aproximadamente. Durante dicho periodo se observa hegemonía en el cartel, que supone una pieza más del aparato publicitario en torno a las películas de distribución internacional, y se caracteriza por el protagonismo absoluto de la estrella, el formato vertical y la representación de una sola idea/concepto sintetizador. Un representante muy prolífico de dicho modelo es Bill Gold.
En cuanto al contexto político después de la contienda mundial, se inicia un periodo conocido como la Guerra fría, en la que se establecen dos bloques de pode. Ante esta situación, se desarrollan carteles sobre liberación o victoria tras la IIGM, igualmente se anima a la reconstrucción y se habla de paz, así como se lanzan mensajes de esperanza para la población. Por otro lado, los movimientos anticomunistas serán también emisores de carteles, así como los nuevos organismos internacionales (FAO, UNESCO, Cruz Roja), que publican campañas de concienciación. En la ola de procesos revolucionarios que se producen en esta época, vuelve a tomar protagonismo el cartel. Será el caso de la China comunista, cuya cartelería se caracteriza por la importancia del color rojo y de los símbolos comunistas. Se trata de carteles coloristas y realistas, en los que se retrata a las juventudes en torno al líder Mao, objeto de idealización. En la Cuba comunista alcanza una gran popularidad el cartel con el rostro del Che Guevara (muy difundido hasta nuestros días) y se desarrollan campañas sociales de escolarización, ahorro, prevención, culturales. La vanguardia artística y cultural del país como Mariano Rodríguez y Raúl Martínez son los artífices principales.
La década de los años 60 estará marcada por la incidencia de la cultura popular, el cómic, el pop art (con figuras como Warhol), los movimientos hippie, pacifista, etc. Todo ello tiene su incidencia en el cartel, que resulta más sencillo, directo, incluso contestatario, dirigido a los jóvenes protagonistas de los nuevos movimientos. En este sentido, puede apreciarse la influencia de la música rock en la evolución del cartel, visible en los carteles realizados por Eula para Diana Ross o The Who, muy populares.
En el cine, aunque hay cierta originalidad con la influencia del Pop Art en algunos carteles de cine de los años 60, e incluso de otros movimientos anteriores en una tendencia de revival en los años 70, puede hablarse del agotamiento del sistema de Hollywood. No obstante, se experimenta una importante transformación con figuras como Saul Bass, que desarrolla un cartel muy innovador, de gran carga conceptual, donde la imagen simplificada es el elemento dominante y hace uso de colores planos y siluetas. Su primer éxito llega con su trabajo (no solo en cuanto a cartelería, sino en los títulos de crédito) para El hombre del brazo de oro, la cual precede a películas como West Side Story, La tentación vive arriba, Vértigo, Éxodo, etc. En el caso del cine español se produce un apogeo cuantitativo durante el Franquismo, que enfrenta fuertes limitaciones creativas debido a la censura. En este contexto sobresalen dos figuras como Jano, de producción prolífica y colorista y Mac, autor de los carteles de las producciones hollywoodienses.
Las revoluciones de la década de 1960 conllevan la transformación del cartel político, debido a la relevancia del movimiento pacifista y hippy, feminista, por los derechos humanos, la carrera espacial, el ecologismo, etc. que deriva en nuevos lenguajes. Muy significativos son los que surgen en Mayo del 68 en París por su carácter fugaz, inmediato y directo (cartel de convocatoria, cartel-respuesta), muy críticos hacia el sistema y los medios de comunicación. Dicho modelo tendría mucha influencia en los carteles de las protestas estudiantiles en México’ 68 y en el movimiento de las Panteras negras en EE.UU. En este país, el pop art y las corrientes psicodélicas llegan al cartel político, como los que elabora Peter Max. Igualmente, dicha estética deja su impronta en los carteles de oposición a la guerra de Vietnam (ej. “Stop the war in Vietnam now”), anti-imperialistas, de solidaridad, y anti-militares.