| «Tabla del procedimiento del viage de una fragata y un patache inglés al estrecho de Magallanes, que es la primera que ha repasado dicho estrecho». [1671].-- Mapa manuscrito, colores en diversas tintas, sobre papel; 54,5 x 42 cm.
AGI (MP-Buenos Aires, 226). A raíz de los viajes colombinos, las exploraciones nacionales y extranjeras tomarán conciencia de que el litoral americano pertenecía a un continente distinto del asiático, con el consiguiente deseo de encontrar un nuevo paso hacia la Especiería. Se organizan diversos viajes para intentar localizar ese canal tan ansiado, como son los de Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solís o la de Juan Ponce de León, que fracasarán buscando ese paso navegable, máxime cuando en 1513 Vasco Núñez de Balboa descubre el océano Pacífico. La rivalidad española y portuguesa por hallar esa vía de comunicación que abriría grandes perspectivas para el comercio provocará exploraciones clandestinas de ambas coronas que no llegarán a buen puerto hasta que el 10 de agosto de 1519 parta de Sevilla una expedición comandada por Hernando de Magallanes, al frente de cinco naves y 265 hombres, de los cuales sólo volverán 18, absolutamente diezmados, al frente de Juan Sebastián Elcano. En la travesía, verdaderamente épica, se había descubierto el Estrecho de Magallanes, cruzado el Pacífico, tocado las Molucas y circumnavegado por primera vez el mundo, confirmándose su esfericidad. Las desavenencias que el descubrimiento provocó entre Portugal y España, motivó tras múltiples discusiones la firma en 1529 del Tratado de Zaragoza entre las dos potencias. El conocimiento del estuario del Río de la Plata, particularmente en la exploración de Sebastián Caboto en 1526, hará que la corona española muestre un particular interés en la ocupación de aquellas tierras que servirán de dique a la expansión portuguesa, concediendo el adelantamiento al gobernador Pedro de Mendoza en 1534, aunque no serán sólo los españoles los que transiten el paso hallado por Magallanes y toda la zona austral americana, como lo demuestran los viajes de Drake, Thomas Cavendish, Van Noort o Le Maire y Schouten, por citar algunos ejemplos significativos, así como los intentos por pertrechar militarmente el Estrecho. Una de estas exploraciones será la comandada desde el verano de 1669 por el inglés John Narborough con la intención de explorar la Patagonia, aunque sus escritos dan a entender un interés no exclusivamente científico. Uno de los frutos de este viaje fue la realización de planimetría de la zona, enviando el embajador español en Londres, conde de Molina, una copia de este mapa levantado del sur americano, expresando la necesidad de alertar de las noticias «que se han tenido de los disinios de extrangeros motivados de la codicia que tienen de los Puertos de Buenos Ayres y Baldivia»[1]. Cuando Narborough fondeó en las cercanías de Valdivia fue tenido por pirata por la distancia que mantuvo respecto a la artillería española, si bien antes había desembarcado un personaje singular: Carlos Henríquez Clerque, «el señor Carlos», judío portugués establecido en Londres, del que los ingleses ya no supieron y que terminó siendo ejecutado en Lima en 1682. Clerque escribió unos avisos sobre los deseos ingleses de avanzar en Indias en los que dice que «España persiste muy confiada en medio de conocer su peligro, no ignorando la oposición grande que se hazen en General por antipatía natural todas las naçiones del Orbe, como blanco de todas ellas les desparen sus saetas»[2]. Mare clausum, mare liberum : La piratería en la América española : [catálogo de exposición]. Madrid, Ministerio de Cultura, Subdirección General de Publicaciones, Información y Documentación, 2009. -- Martínez Martín, Carmen. «La expedición del P. Quiroga, S.J., a la costa de los Patagones (17451746)». en Revista Complutense de Historia de América, 17 (1991). Autor comentario: Manuel Álvarez Casado. |